domingo, 10 de diciembre de 2006

En el Día de la Muerte de Pinochet.




En el día de la muerte de Pinochet, una de las grandes verguenzas patrias. Comienzo este blog dedicado a la difusión de mis escritos, Poesía de Interiores.

En los tiempos del dictador se vivía extrañamente, un miedo acallado cubría los días de infancia, fue muy especial ir conociendo el mundo, sorprenderse por la belleza de las cosas y a la vez convivir con un momento histórico tan hostil donde los asesinatos, las desapariciones, la censura y la pena eran algo normal, viví una extraña dualidad, que sin lugar a dudas tiene mucho que ver hoy con mi escritura, como lo dice la siguiente poesía, incluida en mi poemario "Herirte", 2006.




DIAS GRISES Y UN CRISTO ROTO

Dónde quedaros los estandartes,
las tonadas,
los huasos "bien",
aquellos huasos
que cuando niño me hacían temblar.


Tal como los Carabineros de Chile
y las bombas puestas en cualquier parte.
Según decía lo establecido
en la dictadura de Augusto Pinochet Ugarte.
Cuando los días solían ser grises
y los temporales arreciaban por semanas,
cuando el miedo reinaba
y las personas eran no más que meras formas diminutas
tratando de sobrevivir.
Agazapadas,
calladas,
pobres,
tristes,
ningún cuento por contar.


Bajo ese prisma crecí
y lamento decirles
que mi huérfana escritura bebe
de esa fuente ensangrentada,
mis palabras avanzan
con una lápida anónima
en los ojos.


Oh
país gris!
Nefasto.
Cuántas vidas rotas
cobijas en tu territorio.
No eres más que una gran herida,
que sangra
sobre todas las hojas que se han escrito
en tus llagas.


Eres un Cristo Negro
que no resucitó,
que no era un cuento.





MURMURAR OTOÑO


Me deslizo en un ramaje espeso,
habito un gran arból
que no para de expandirse
en todas las direcciones.
Y si he visitado
todos los países que moran en mí,
ha sido sólo por desdeñar.
Una sonrisa cayendo con indolencia,
una nueva mañana mustia
entregándome ese legado matutino
que tan mal me hace.
Por ser,
por los pasajes sin regreso,
por este Hoy
que no reconozco.


Siento que se me cae la vida,
mientras las calles
comienzan a murmurar otoño.
Pensé que la poesía
me salvaría
y no encontré más
que unas cuantas hojas manchadas
con chistes repetidos.
Osamentas de algo
que alguna vez valieron
un par de jos y una vida.
Una elegante despedida
tras la última caricia fatua.





TRISTE LLUVIA ACANTILADO


Triste lluvia acantilado
como un poema
profundidad
equilibrio
muchos significados en juego
y siempre a punto de caer.


Triste lluvia acantilado
oscuridad
como un deseo oculto
la veracidad de una mirada
de un movimiento
y siempre todo en juego
vivir o desaparecer
mantener el equilibrio.



Raúl Cabrera Hidalgo.